Déjà Vu

Y no estoy bien y tú ni lo percibes, y solo ves lo que me ocurre cuando es alegría, y solo te importas tú.

Durante estos años he tirado de la alegría de nuestra casa, buscando el camino cuando había problemas.

Y ahora me pregunto dónde estás tú, y te encuentro mirando tu ombligo.

Entras por la puerta y no percibes mi estado, llevo tiempo mal y si no lo digo es como si nada pasara.

Hay quien con solo mirarme sabe, me conoce. Tú, después de tanto tiempo necesitas que reviente para darte cuenta. Te lo explico y solo me sabes decir que si tienes tú la culpa de mi tristeza.

No te sé explicar que yo también tengo miedo, que no soy tan segura, que dudo ante las cosas, que tampoco lo tengo tan claro, que la vida es muy difícil, que me preocupa tanto como a ti pagar las facturas, que tampoco quiero que a él le falte nada, o piensas que todo eso a mi no me importa? Si hago ver que no hay problemas es porque intento disfrutar de los pequeños regalos que ofrece el tiempo. Pero soy tan perfectamente consciente de los problemas como tú.

Y poco a poco me voy consumiendo y la sonrisa que llevaba siempre dibujada se va borrando con cada lágrima, y solo eres consciente de ello por unos minutos, ahora te pones a hacer cosas y mientras, poco a poco se te va olvidando hasta que vuelva a reventar. Más tarde me darás un abrazo de los que se les dan a los niños, de los que no sirven, de los que no son de verdad.

Me juras que me quieres pero no me valoras.

Y aquí me tienes, contándote todas estas cosas una y otra vez, esto se convierte en un Déjà Vu en espiral, que se repite cíclicamente.

Yo valgo mucho, sabes?