domingo, 9 de enero de 2011

palabras colgadas

En una urna de cristal no te podría tocar nadie, te alimentaría con mi aliento. Pero no podrías volar. Marchitarías muy rápido, tanto que en pocos días mi amor por ti escaparía. Pienso en la manera de poderte llevar conmigo físicamente, algo material que me recuerde a ti y pueda llevar siempre conmigo, algo tangible que poder tocar para sacar fuerzas cuando no pueda correr a tu lado. La idea pasa por mi cabeza, madura.

Al final de las frases he perdido mis fuerzas en la última palabra que he dicho, se han quedado entre la S y la I, creo que sobre la T, enganchadas en la cruceta.

Ha pasado todo a gran velocidad, las intenciones del principio ya nada tienen que ver con la realidad, dar marcha a tras se hace difícil pero se ha de intentar. Partir de la nada otra vez, volver a explorar nuestros ojos sin que nadie se de cuenta. Inventar un código de gestos infinitos indescifrable.

Te busco en mi ropa y te encuentro en forma esférica entre la trama del tejido, unos centrímetroa más abajo de la cintura, me volveré a poner ese pijama hoy, quiero dormir contigo sobre mi piel.

Recuérdame. Siempre. Recuérdame.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay ocasiones en las que la voz se nos convierte en una mariposa y nos levanta del suelo y nos coloca entre dos sueños, el del presente y el del futuro. Querer proteger en exceso puede llevarnos a dañar a aquel objeto que más deseamos. Pero no creo que debas sufrir por esa realidad. Disfruta de lo que tienes.